viernes, 14 de marzo de 2008


Tus fracasos,
mis fracasos,
los fuimos tirando,
como la hojas, el otoño al río
que al pasar
oía las quejas de los dos.

En un abrazo muy tierno, a media tarde
en el murmullo del río y de los trinos,
vi tus lagrimas resbalar, acaricie tu pelo,
con toda mi ternura te seguí abrazando
queriéndote por siempre consolar.

En tus ojos dorados el sol era el rival
en tu rostro bello, tu boca
parecía un atardecer encendido.
En un momento fue una bella comunión
después, después, vino la confusión.

La ilusión la trajo la mañana con tu vestido azul
y en el ocaso de la tarde se perdió.
Tus fracasos, mis fracasos
volvieron hacer mis fracasos, tus fracasos
y en la noche, solo se quedo el río.

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