El otoño conversa conmigo,
las hojas que por el aire se elevan, me hablan de ti,
se parecen tanto a tu transitar por la vida
por la forma errabunda en que te llevaba el viento,
prodigando caricias aquí y allá… mientras yo callaba
Sus ocres me hablan del matiz de tu pelo amarronado,
cabellera con la que jugueteaba el aire.
El fresco viento me recuerda tu gracia y tu donaire
y tu arrogancia que amaba y me malhería.
¡Qué similitud con el otoño tenían tus ojos, al paso
de mi pasión, crepitantes, de luz mortecina!
Te parecías tanto a la estación. Tú que fuiste alegría en los veranos,
mudabas de hojas, la tristeza te sitiaba y alteraba tu atavío.
Sin embargo, tu mirada perdida, fue tan bella como lo son sus atardeceres
El otoño evoca mi amor por ti, de esos días, tus suspiros
y tus tiempos, acortados de luz; de fiesta pagana, desnuda,
de muñeca de paja, con luna de trampero, en lo alto, bella, ciega.
El otoño me lastima tanto hoy. Sin ti miro al cielo:
Leonidas, lluvia de meteoros, que son como recuerdos.
Con los ojos llenos de lágrimas, decías: aquella estrella soy yo,
esa, la pequeñita, la que casi no brilla. Y yo te abrazaba.
Estoy aquí, desconsolado por tu suicidio
y en noches como estas, de otoño,
de luna luminosa, tan bella como tú, blasfemo.
domingo, 27 de noviembre de 2011
Avemar
Mar
eso fuiste tú
hiriendo mis pupilas
de insondable azul.
Pleamar y mar abierto
Voces en mi playa, que aún
se arraigan y se van.
Planeando los te quiero:
fuiste alba en vuelo,
avecilla de sal,
ocasos de trino,
y ternura de ala,
en mis noches.
Llegaste a mi orilla,
anidando en mis mañanas.
Fuiste brisa,
fuiste los aromas,
en los que aún te pienso.
Colores de ave
y horizonte.
Un día entre las olas,
te extraviaste.
Nunca supe que parte
de ti, era ave... era mar,
era cierto... era olvido.
A veces creo que aún te miro,
en la distancia.
En horizonte se confunde;
el cielo, la mar y tu vuelo,
en un dibujo azul de artista.
Se apaga la tarde,
se encienden las luces.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)