viernes, 16 de septiembre de 2022

Llevarte al mar

 



Era un amante de la lluvia, lo ponía triste o alegre, eran imprevisibles sus cambios. En los meses de lluvia siempre jugábamos debajo de ella. Amándonos en los resquicios de las puertas. Después, tiritando yo lo miraba, encontraba en sus ojos la ternura, nos sentíamos tan amantes, tan nuestros. Jamás esa emoción de mi mente se ha borrado. Solamente comparable con la dicha de que tú anidabas en mí. Tu padre y yo fuimos felices adivinando en las nubes, del cielo azul el color de tus ojos, de tu faz, de tu pelo, y de tu risa. Evoco los días de campo en el bosque. Los días nadando, bronceando nuestros cuerpos. Sé lo perdidamente feliz que fui, hoy, que no me intereso por nada.

Escribo tonterías, miles de lamentos, los borro, los rompo. Vuelvo a escribir de nueva cuenta mi dolor, sin que nada me conforme. El sentimiento de vacío es total, la soledad me desgarra. Me destruyen esas tardes grises, sentada, perdida en mis recuerdos. ¿Hago lo correcto, no es mejor ser ballena, suicidio colectivo? ¡Como explicarte este mundo! Siempre pensamos llevarte al mar, que tus pequeños pies, se deslizaran en la arena al contacto con el agua salina. ¿Conocerás el mar, hijo mío?, ¿te traeré al mundo solo, por ver tu sonrisa, por acariciarte, por sentir crecer este amor en capullo? ¿Me reiré de tus primeros pasos tambaleantes, de tus iniciales gorgoteos, de tus sonidos guturales, muy parecidos a papá?, ¿No volverá mi dolor al mirar a las parejas, caminar por las calles, en su irresponsabilidad de ser felices Mi hoy odio por la música, por la alegría, ¿te la contagiaré?  Como seguir dándote vida en mis entrañas, si cada día muero, por tu padre, desde su muerte, herido por ladrones, por robarle unos cuantos pesos, mientras lo esperábamos. Yo mirando a través de la ventana y tu feliz, moviéndote, dando patadas, dentro de mi vientre.

miércoles, 7 de septiembre de 2022

Acompañó a la lluvia.




Se resguardó,
en aquél reducido
espacio de la lluvia.

Se regocijó
de estar tan cerca de ella,
detrás de esa cortina
acuosa e incesante.

Las tiras de agua
humedecieron sus ojos;
de recuerdos,
de noches de luciérnagas,
de dicha y de suspiros.

Sintió en su piel la frescura de las gotas
que salpicaban su rostro,
del soplo del aire,
y aspiró el incienso de la tierra.

Todo era tan bello,
la naturaleza mojándose.
Lo lastimó, no oír el chubasco.

El aguacero arreció
y él se sintió,
ira del viento.

Como hizo daño la ausencia;
de los ruidos sobre la tierra,
sobre los vidrios, sobre el tejado.

Recién sordo, el viejo
se quedo llorando,
y acompañó al diluvio.

 







Tan bella, tan tierna
seductora y guapa.
Bello dibujo su formado cuerpo.
Tan niña, con esos ojazos.
Tan fresca... con esa gracia,
tan grácil, su  silueta.
su sonrisa  era una  brisa.

Si lo pienso, lo que me atrajo
de ella fue su candor.
Y esa inocencia que
voceaba su rostro.

Aquí delante de todos
por mi madre, les juro…
lo tanto, que la quería

¡Estoy enamorada, lo siento,
te estimo, te miro como un amigo,
 lastimarte es lo menos que quiero!
Puso su mano, sobre mi crispado puño
y dijo: comprende.

¡A mi amor, dijo no. No lo creía,
cegó a mi alma la ira!
Fue entonces que la estrangulé
no será de otro, pensé,
miré su rostro violáceo
y sé que por celos,
oprimí más y más. 

¡Así fue señor juez!

En noches como esta






En noches como esta
de viento y frío,
de ruido de océano,
las estrellas no brillan
en el cielo plomizo.

Camino por las veredas,
ando por mis caminos,
las arenas son mi destino.
Tropiezo con azabaches
así renacen,
tus olvidados ojos.

Las rachas de viento me traen
las caricias de tu cabellera.
En noches como estas mi alma
es negra como tu pelo.

En noches como estas
tus besos serian mi salvación,
porque en mi memoria ronda:

la brisa enredando tu pelo,
mientras una llovizna, moja la arena.
El vaivén de la espuma, jugando en las rocas
y el rastro de mar, tras de tus huellas.

Fueron tus ojos peces, en agua de lluvia.
¡Potro tu cuerpo, entre olas y arena,
cuando el sol moría, entre tus piernas!