jueves, 8 de marzo de 2012






Miro los árboles desabrigados,
transito por nuestro atajo,
grana y ocre de hojarasca.

El lago perdió su encanto
y los cisnes se han ido
de su cristalino liquido.

Los rojos de la pradera
se entremezclan con el horizonte
en un sereno, un mismo ocaso.

Esta noche mis ojos
y la lluvia, entre lagrimas
se dicen sus cosas.