lunes, 23 de septiembre de 2013

Hoy me fui a la mar, a su olor a sal.









Hoy me fui a la mar,
a su olor a sal.
Al ruido de gaviotas
que envuelve a la costa.
A convivir con las blancas
gaviotas; de puntiagudas alas,
con señales negras,
tan bellas e inteligentes.


Hoy me fui a la mar
a su olor a sal.
Y a su arena,
piedras disgregadas.
Arena blanca...
arrecifes de coral.
Hoy me fui a la mar,
arropar al viento
y a la espuma.

Hoy me fui a la mar
a su olor a sal,
a percibir en su cielo,
dentro de la nubosidad,
sus círculos de azur.
Sus calmas nubes,
de nieve cristales,
dispersando la luz.
A mirar, a lo lejos,
a vivir los azul salobres
que con la altura, se confunden y enredan.

Hoy me fui a la mar
a su olor a sal.
A mirar las estrellas
las del cielo y las de la mar.
Unas: puntos fríos, titilantes,
viento estelar y neutrinos.
Destinos de Hiparco,
estrellas en grupos
que brillan distinto.

Las otras, simetría
pentaradial.
Leyenda…
de la noche y del cielo.
Se dice que Zeus
celoso, maltrato
a la estrella,
derrumbando uno de sus brazos,
cayendo el meteorito
en la mar.

Escindida, en el océano
con sal y autoestima,
ella se completó.
Con el amor de Posidón
el mar se lleno de sus hijas,
y si, el amor las lastima,
ellas se renuevan.

Hoy me fui a la mar
a su olor de sal,
a su humedad, a su brisa,
a escuchar sus caracolas,
Volviendo a ser niño,
al juego y al viento.

A mi regreso poesía, no me preguntes…
no preguntes, si te extrañe.

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