sábado, 10 de mayo de 2008

Te escribo.


Te escribo
después de tanto tiempo
por tratar de recuperar el gusto de hacerlo
que al perderte, también destruí.

Cuando veo la foto de nuestra hija
con mi hija, -donde tan bellas,
tan pequeñas, tan tiernas
están sentadas en el césped
y Gabriela, come de las manos
de Lourdes alguna golosina-
recuerdo mis sentimientos escritos detrás de la foto:

Mis hijas
ternuras tan distintas
alas libres cada una
inocencia compartida
en sus juegos.

Caras amadas
que lloran
por no lavarse las manos.
Migajas de amor compartidas,
ternura que alimenta a la otra.

Bellas hijas mías.
Cuando gritan
alegres al verme
¡papito!,

Y vuelvo a ser niño
al encontrarme,
sin pena, me seco
mis lagrimas.

Cuando miro esa foto vuelvo al pasado
y no se de quien fue la culpa
de nuestra desunión, pero lo añoro.

Cuanto tiempo desde aquel verso
-30 de mayo recado- dejado en la mesa
del departamento, de aquel cuarto,
que ocupábamos a ratos,
¡que bellos, que tiempos aquellos!
escuchábamos en el volkswagen
a los Ángeles Negros.

Aun recuerdo el dispensario,
y a la beata con rosario
aquella que pasmada
miraba persignada, tu minifalda.

El "Naranjito" los sopes, la malteada.
Nuestro amor en el coche.
Al hacerse de noche
arrancaba el auto y oyendo a Serrat
en tu casa puntuales, antes de que dieran las diez.
Hubo en mi lenguaje palabras dichas a ti
perdidas, que nunca repetí

En este espacio
evoco tu femineidad, tu figura, tu rostro,
tu porte, tu elegante forma de vestir
tu "con fecha tal..."
quedan cosas que algún día
con valor las tendré que escribir
o decírmelas a mi.

En este espacio recuerdo de ti: una foto,
un dibujo y una carta.
Quiero decirte después de tanto
tiempo, que siempre te quise.

Tú cambiaste,
por tantos rechazos,
por tanto quererte, huí de tus brazos.

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