martes, 24 de agosto de 2010

El café humeante pregunta por tu taza.




Nunca he perdido el recuerdo
de aquella vez en que te miré
enamorándome de ti.

Ni de nuestras citas con la luna
que se dormía oyendo nuestras cosas.
(hoy la luna, es una manzana sin agua)

Ni el verano aquel, amantes a pleno sol
que dio paso a un otoño lejos de ti.
Hoy mis días son ese entretiempo.

Ni la manera en que caminas,
ni de los lugares que indagan
por saber de tu risa.
Hoy la vereda, sólo es tristeza.

Penas hay dentro de mi.
que consuelan las flores que sembraste
y reviven tu olor para luego marchitarse.

Tu desnudez la extraña nuestro cuarto,
mi insomnio y mi almohada,
y por la mañana el agua de la ducha.

Permanece tu toalla colgada
en el mismo lugar,
con tantos lunares como tú.

Como extraño tu piel,
como he pasado los meses,
enamorado de tu retrato.

¿Como terminar este poema
que ayude a encontrarme,
y no haga llorar al papel?

1 comentario:

Ío dijo...

Se me empañan los ojos al leerte, hay mucha melancolía en tus preciosos versos.

"¿Como terminar este poema
que me ayude a hallarme
y no haga llorar al papel?"

¿Cómo no voy a llorar yo, si llora el papel?

Un beso, Gabriel

Ío