domingo, 11 de julio de 2010

Tristemente feliz



Su pueblo creció,

se lleno de construcciones nuevas.

Se terminaron los predios, llenos de flores

y matas,  de árboles


Se fue su niñez, en esa vorágine

de edificaciones, que borró los caminos

robo las veredas, como torbellinos



Tanta gente, comprar quería su terreno

con aquél frondoso árbol en medio.

rodeado de una barda de adobe antigua.



Los inversionistas le elogiaban, con codicia

Él sonreía diciendo: Lo siento, no lo vendo

la gente susurraba:

¡El chalado este, lo que se pierde!


Por la tardes, de julio, salía de su hogar,

caminando sin prisas, y ya dentro

del solar, respiraba el perfume

que despide la tierra, al, la lluvia palparla,

por esa vía, volvían las huellas de perfumes idos


Aquel viudo se sentaba en la única banca,

enfrente a su árbol, para mirar

al pasado, para acordarse de aquellos ojos;


Y volvía a ser feliz… tristemente feliz.

1 comentario:

Ío dijo...

Recuerdos que saben a lluvia, Gabriel
Un beso

Ío