
Luna en éter
la comparten luceros
mira mi celos
Salvan celajes, cristal
en tu cuerpo desnudo.
En el ocaso
amarrillos, naranjas,
aves, tras el sol

Con Leonidas
el firmamento luce,
a sus estrellas.
Trozos ígneos.
Lluvias de providencia
el hombre mira.

Sopla viento
prevén copos de nieve
las hojas marón.
Blanca comarca.
Vidrios en el aire
descendiendo.
Cristales fríos,
ninguno es similar,
como las almas.
Ríen los críos
lanzan bolas de nieve,
retozos y risas.
Brazos de grumos
traban la vida diaria.
Surgen muñecos.
En invierno,
paisajes de amor
halla el alma.
En la oscuridad del lecho,
en la deslumbrante desnudes de tu cuerpo,
después de mi ternura, de mis caricias
que procuraron tus sensaciones voluptuosas.
Después de las transformaciones de tu cara
por la intensidad de tu orgasmo,
en la tibieza de las sabanas y de tu cuerpo
aun arañando y apretando al mío,
sentenciaste: ¡Sí, no lo sentiste no es mi culpa!
y con prisa te dirigiste al baño.