lunes, 10 de marzo de 2008

Hoy.







Hoy no puedes hacerme daño, hoy me encuentro solo,
en el bello mes de abril, con el calor, con el bochorno
de las primeras gotas de lluvia, alejado de ti.

Yo a veces té extraño; la lluvia no, ni siquiera
te conoce, jamás quisiste correr entre ella,
nunca lavo tu maquillaje.

Ayer entre sueños te besé, te dormiste con mis caricias...
aquellas las del final del día ¿recuerdas el poema?

Después me veo contigo paseando por el parque;
nos sentamos en la banca, la de tu primer orgasmo,
a continuación llueve, te cubre un blanco y hermoso
vestido de novia, guardando las apariencias.
Yo de frac... ¡ver para creer!

Quiero guardar el paraguas, te opones.
Es una noche de reflectores,
tamizando y coloreando una lluvia fina y pertinaz.

Mi deseo es caminar a tu lado, tirar la sombrilla
besarte, sentir el agua fresca, humedecernos.
Cientos de sombras atentas a nosotros te lo impiden
te opones, el que dirán.
Siento una boda muy triste, en un jardín muy verde

De pronto todo se convierte en lluvia;
y tu y yo reímos abrazados, girando entre ella,
mirándola caer desde las alturas,
a través de la luz, diminutas luciérnagas;
miles de gotas finísimas, brillantes, cayendo
haciendo crecer la humedad de nuestros cuerpos.


Despierto, pasan los días y no vuelvo a soñarte.
no volverás hacerme daño,
solamente té vivo en sueños placenteros.

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