miércoles, 7 de septiembre de 2022

Acompañó a la lluvia.




Se resguardó,
en aquél reducido
espacio de la lluvia.

Se regocijó
de estar tan cerca de ella,
detrás de esa cortina
acuosa e incesante.

Las tiras de agua
humedecieron sus ojos;
de recuerdos,
de noches de luciérnagas,
de dicha y de suspiros.

Sintió en su piel la frescura de las gotas
que salpicaban su rostro,
del soplo del aire,
y aspiró el incienso de la tierra.

Todo era tan bello,
la naturaleza mojándose.
Lo lastimó, no oír el chubasco.

El aguacero arreció
y él se sintió,
ira del viento.

Como hizo daño la ausencia;
de los ruidos sobre la tierra,
sobre los vidrios, sobre el tejado.

Recién sordo, el viejo
se quedo llorando,
y acompañó al diluvio.

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