se lleno de construcciones nuevas.
Se terminaron los predios, llenos de flores
y matas, de árboles
Se fue su niñez, en esa vorágine
de edificaciones, que borró los caminos
robo las veredas, como torbellinos
Tanta gente, comprar quería su terreno
con aquél frondoso árbol en medio.
rodeado de una barda de adobe antigua.
Los inversionistas le elogiaban, con codicia
Él sonreía diciendo: Lo siento, no lo vendo
la gente susurraba:
¡El chalado este, lo que se pierde!
Por la tardes, de julio, salía de su hogar,
caminando sin prisas, y ya dentro
del solar, respiraba el perfume
que despide la tierra, al, la lluvia palparla,
por esa vía, volvían las huellas de perfumes idos
Aquel viudo se sentaba en la única banca,
enfrente a su árbol, para mirar
al pasado, para acordarse de aquellos ojos;
Y volvía a ser feliz… tristemente feliz.
1 comentario:
Recuerdos que saben a lluvia, Gabriel
Un beso
Ío
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