Fuimos tantas veces huéspedes del césped,
que ya nos conocía el color del cielo.
Descubríamos como críos
las formas de las nubes;
¡ahí una estrella, y una paloma,
mira aquel caballo trotando,
en aquel punto un corazón elevándose;
allá un sapo y la luna con una alondra,
allí entre la nubosidad tus labios!
Ayer, sin ti, recostado en el mismo pasto, mire al firmamento.
No eran las mismas hechuras de antaño
sus estelas y ni por asomo
semejan estas siluetas, a tus ojos,
o aquellos, eros mitológicos, o a mágicos suspiros.
Del recuerdo de este cielo,
me dolió el confirmar que hemos sido desterrados.
que ya nos conocía el color del cielo.
Descubríamos como críos
las formas de las nubes;
¡ahí una estrella, y una paloma,
mira aquel caballo trotando,
en aquel punto un corazón elevándose;
allá un sapo y la luna con una alondra,
allí entre la nubosidad tus labios!
Ayer, sin ti, recostado en el mismo pasto, mire al firmamento.
No eran las mismas hechuras de antaño
sus estelas y ni por asomo
semejan estas siluetas, a tus ojos,
o aquellos, eros mitológicos, o a mágicos suspiros.
Del recuerdo de este cielo,
me dolió el confirmar que hemos sido desterrados.
2 comentarios:
Este poema es precioso, no tendrá título pero tiene todo lo que tiene que tneer para que perturbe mis sentidos.
leerlo mienttras escuchaba aquellas pequñas cosas es impresionante.
Por cierto el otro día conocí a Serrat, nos reímos mucho.
Un fuerte abrazo
Joan
Hola Joan
Que gusto que estes aquí. Saludos a Manuel amigo
Un abrazo
Publicar un comentario