jueves, 20 de mayo de 2010
Enamorada de un botón.
Esta abertura discreta, ovalada
bien cosida y arreglada.
Se moría por un botón:
Negro, brillante y redondo
Orgullosa, siempre lo lucia
justo abotonado.
Como en la vida pasa
el botón se extravío.
Perdido… lo lloró.
¡Cuanto la abertura
se odio!.
Al tiempo, lo encontró.
¡Fue alegría de poco rato!
Lo miró en otra blusa,
en un ojal ambarino.
Moraleja: siempre hay un ojal que recibe a cualquier botón.
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